Consultoría

IA y marketing, aliados indiscutibles

Aunque la conversación sobre inteligencia artificial es tendencia hace un tiempo relativamente corto, en los ecosistemas digitales es una herramienta que ya se usa hace bastante. Sin embargo, ahora nos brinda mucha más información sobre nuestros usuaries y sus hábitos de consumo.

Con la capacidad de recopilar grandes cantidades de datos para luego aprender de ellos, la Inteligencia Artificial está generando nuevas oportunidades comerciales. De acuerdo al último informe de Business Insider, el 50% de los profesionales del Marketing utilizan actualmente alguna forma de Inteligencia Artificial en su estrategia, mientras que otro 27% tiene la intención de incorporar la tecnología pronto.

La experiencia de grandes marcas como FacebookMercado LibreAmazon o Spotify demuestra que la aplicación de esta tecnología tiende a aumentar significativamente el Retorno sobre la Inversión (ROI) de las acciones. Por ejemplo: Facebook utiliza IA en su servicio de anuncios y en contenidos sugeridos de Instagram, mostrando sólo productos relevantes a los compradores, en función de búsquedas, compras y visitas anteriores. Esto aumenta la probabilidad de que un usuario realice una compra inicial o se convierta en un cliente habitual gracias a esas sugerencias.

Otra forma de utilizar la IA es a través de los Chatbots, que pueden simular una conversación humana, facilitando el proceso de comunicación a través de toda la experiencia del usuario, especialmente en áreas de venta y soporte.

También es posible utilizarla para determinar la combinación óptima de diferentes tipos de contenido y reducir el tiempo y recursos necesarios para crear tu planificación de marketing digital.

Finalmente (no porque se agoten los usos, sino porque no quiero hacerla larga), pensemos en toda la información disponible de nuestros usuarios: comportamiento en sitios, intereses y preferencias, datos demográficos, historial de compras, aplicaciones que utilizan y mucho más. Para analizar esta información han surgido plataformas que cruzan todos los datos y nos ayudan a tomar decisiones y planificar nuestra estrategia de Marketing. 

¿Te interesa sumar la IA a tu estrategia comercial?

Marketing transmedia, suena más complejo de lo que es

Como afirmo desde el título, el marketing transmedia puede sonar más complejo de lo que en realidad es. La terminología relativamente nueva puede asustar, pero lo importante aquí, como siempre, es la estrategia y la creatividad.

Transmedia se compone del prefijo latín trans y la palabra latina médium: atravesar medios. Para llevarlo a nuestro terreno, se trata de un relato que atraviesa plataformas, expandiéndose todo lo que pueda.

En su libro Convergence Culture, Henry Jenkins la describe como una manera de contar historias a través de múltiples plataformas y formatos, donde cada una hace lo que mejor sabe hacer.

El marketing transmedia es una estrategia ideal para generar comunidad y sentido de pertenencia a tu marca; el objetivo es generar una experiencia, en lugar de solo una relación comercial.

Cuando hablamos de plataformas, no solo debemos pensar en redes sociales, sino en todo aquello que nos permita viabilizar un mensaje y conectar con otros: un recital, una clase, un libro, una película, y todo lo que pueda servir a tu estrategia.

Por ejemplo, podemos pensar en una campaña de contenidos en redes sociales, que se expanda con información complementaria en podcast, o en encuentros presenciales como el lanzamiento de nuevos productos.

Lo importante es la planificación estratégica, donde definimos nuestros objetivos y las acciones que realizaremos para cumplirlos. ¿Qué historia contaremos? ¿Qué plataformas utilizaremos? ¿Cómo facilitaremos la interacción con nuestro target?

La participación de les usuaries es indispensable para que se complete el círculo de vida transmedia (¡qué metáfora!). ¿Cómo sería eso? Un buen ejemplo son los niños disfrazados de Harry Potter, apropiándose de la historia del pequeño mago. En el caso de nuestras campañas, podemos pensar en clientes satisfechos compartiendo su experiencia en redes sociales, replicando nuestro contenido, etc.

Para cerrar esta primera aproximación al marketing transmedia quiero que te quedes con esta idea: lo importante es que tu marca conecte emocionalmente con tus clientes y que establezcas un dialogo. Solo así, podrás hacer la diferencia con tu competencia.

¡Hasta la próxima!

Malabaristas del emprendimiento

Emprender es una aventura que implica muchos desafíos. El más importante, comprender que una sola persona no puede ni debe encargarse de todo. Contar con especialistas para las distintas áreas de un proyecto, es la clave para el éxito del mismo. 

Comenzar un emprendimiento es un enorme desafío en todos los sentidos: personal, económico, creativo y logístico; y como tal, conlleva gran dedicación de tiempo y energía.

Cuando iniciamos un negocio propio, por razones de presupuesto o por miedo, nos transformamos en lo que podríamos llamar “emprendedor malabarista”: produciendo, vendiendo, difundiendo, entregando, pagando, cobrando, etc. sin delegar o compartir tareas.

Es comprensible que tratemos de ahorrar al principio, realizando todas las tareas posibles. Sin embargo, esta forma de “minimizar” costos puede ser perjudicial para el crecimiento de nuestra empresa, ya que al hacer todo, le restamos tiempo a nuestra actividad principal (fabricar, diseñar productos, vender, etc.). Encargarnos de fabricar, vender, cobrar a clientes, pagar a proveedores y, además, comunicar lo que hacemos, es hacer malabares con el riesgo de que todo caiga al piso. Por esta razón, para crecer es fundamental contar con especialistas que complementen y potencien nuestros esfuerzos. 

Zapatero a sus zapatos

Este dicho puede aplicarse a todas las áreas laborales: tener profesionales dedicades 100% a una tarea, disminuye el margen de error y las demoras. Además, facilita que puedas dedicarte a lo que mejor sabés hacer: tu proyecto que es, en definitiva, lo que genera ingresos. 

En el caso de la comunicación, específicamente, muches emprendedores abren perfiles en todas las redes sociales y luego se les dificulta actualizarlas o responder las consultas que reciben allí. En otros casos, existe lo que en Manasher llamamos “sobrinity manager”, que es dejar en manos de un familiar la comunicación digital, solo porque usa redes sociales.

El problema en estos casos es que falta la principal herramienta del marketing digital: la planificación estratégica. Sin ella, es como viajar a un lugar desconocido, sin mapa, ni dominio del idioma. Estamos absolutamente perdides. 

Para que la presencia de tu marca se transforme en conversiones: ventas, consultas, nuevos clientes y mejor posicionamiento, es necesario trazar una estrategia con objetivos medibles, realistas y específicos; a partir de los cuales definir un plan de acción que irá escalando para alcanzarlos. 

También es indispensable conocer a les usuaries de cada red social y la forma en que las habitan: ¿cómo hablan? ¿qué contenido prefieren?¿qué formato funciona mejor? Asimismo, debemos elegir estratégicamente en qué plataformas digitales nos conviene estar y de qué modo. Porque estar en “todos” lados, no significa tener presencia de marca.

Del mismo modo que es inteligente dejar las finanzas en manos de profesionales de la contabilidad, el diseño y la comunicación deben ser desarrollados por especialistas en marketing digital, con el conocimiento técnico, comercial y teórico para llevarlo adelante de manera exitosa.

Inversión, no gasto

No lo debes considerar un gasto, sino una inversión que potenciará tu proyecto; porque cada quien hace lo que mejor sabe hacer y la suma de las partes se convierte en un gran todo. 

En fin, si vas a aventurarte a emprender, es importante contar con personas a las que puedas delegar aquellas tareas que no son el corazón del proyecto, pero sí son fundamentales para que funcione y crezca.

Cómo trazar objetivos inteligentes en tu plan de comunicación digital

Por Lic. Laura Bolognesi

El primer paso para trazar un plan de comunicación es saber qué queremos lograr ¿cuáles son nuestros objetivos? Sin esa brújula, difícilmente podamos desarrollar una estrategia eficiente.

Dicho esto, es importante saber cómo definir los objetivos, ya que muchas veces puede ser confuso establecer prioridades y plazos para cumplirlos. Por eso, para evitar la frustración de ponernos metas inalcanzables, existe el método SMART:

  • Specific (específico): ¿cuál es mi prioridad?
  • Measurable (medible): ¿cómo puedo medirlo? SIEMPRE DEBE SER MEDIBLE.
  • Achievable (alcanzable): ¿cómo puedo lograrlo?
  • Realistic (realista): ¿es posible alcanzarlo? ¿el plazo en el que quiero cumplirlo es posible?
  • Timely (a tiempo): ¿cuál es el plazo en el que pretendo alcanzarlo?

De esta forma, podemos iniciar una estrategia con objetivos precisos, realistas, y jerarquizados según las prioridades de nuestra empresa o institución. Pensar los objetivos con el método SMART permite trazar un mapa que tenga metas a corto, mediano y largo plazo, de forma tal que podamos ir avanzando gradualmente, invirtiendo los recursos necesarios, sin desperdiciar tiempo, y evitando la frustración de querer alcanzar logros en plazos irreales.

¿Cómo se plantea un objetivo SMART?

Por ejemplo, yo deseo generar un ecosistema digital en el cual vender mis productos. Este objetivo es concreto pero, a la vez, muy general y poco medible. Entonces, ¿cómo puedo pensarlo de manera SMART? Una forma sería: en el plazo de tres meses (exactos), generar una página de facebook, con tienda online incluida, y llegar a los trescientos seguidores de manera orgánica.

Así tenemos un objetivo específico (crear la fanpage con la tienda online), medible (a través de las estadísticas de Facebook), alcanzable (puedo lograrlo) , realista (porque es posible cumplirlo en el plazos establecido), y con un tiempo definido (tres meses).

Pensar objetivos REALISTAS nos permite ir de a un paso a la vez, alcanzado pequeñas metas que contribuyen al objetivo mayor de nuestra estrategia. Tal como dicen, Roma no se construyó en un día.

El plan es planear

Por Lic. Claudia Bermejillo

En esta nota vamos a hacer un recorrido por las etapas de un plan de comunicación, haciendo hincapié en los momentos y las necesidades de cada una. Lo más importante es poder combinar estrategia con improvisación. Tremendo desafío.

Cuando pensamos en comunicación digital se nos vienen a la cabeza los logos de nuestras redes sociales (acá cada quien inserta las suyas) y, a la mayoría, el gigante Google. Así es como sintetizamos el trabajo de quienes se dedican a la producción de contenido para la nube. Es una tarea diaria que para mucha gente se trata de “postear noticias, frases, memes, fotos”. Bueno, no. Básicamente, postear no es estratégico. La posta está en planear. Sí, planear como los aviones: tener un punto de partida y un punto de llegada, pero con la libertad de dejarse llevar por las ráfagas a favor y esquivar las que soplan en contra. 

La producción de contenido digital debe responder a un plan de comunicación digital, principalmente porque sino todos los esfuerzos, por más creativos y atinados, serán en vano. La vertiginosa y efímera existencia de acciones digitales no deberían desalentarnos a pensar el camino que queremos seguir, con un horizonte claro a donde queremos llegar con aquello que estamos comunicando. Para profundizar esta mirada, haremos un recorrido aerodinámico por las etapas de la planificación estratégica de la comunicación digital. 

En primer lugar, tenemos que tener un conocimiento amplio, exhaustivo y reciente del ecosistema de comunicación vigente. Ya sea una institución, empresa, emprendimiento, servicio o personaje público, lo que comunicamos siempre nos antecede. Nadie está inventando la pólvora, incluso cuando es el lanzamiento de una marca ya hay antecedentes (de la competencia, del rubro, del campo disciplinar, del nicho comercial). Entonces, conocer ese ecosistema nos permite llegar al primer paso a la hora de planificar: diagnosticar. Cuando hablamos de diagnóstico fácilmente podemos pensar en una situación de salud: un/a profesional “lee” los síntomas, que son comunicados por la persona enferma como problemas de salud, y decide entonces cuál es la enfermedad. Desde las palabras de la persona enferma, su propia experiencia interpretando síntomas y asociándolos y la observación directa de la situación, llega a un diagnóstico que sintetiza el problema. Nada más cerca de la experiencia de diagnosticar en comunicación digital: nos encontramos, dialogamos, observamos e interpretamos esa información. La tentación permanente en esta etapa es creer que, como profesionales de la comunicación, somos nosotros/as quienes sabemos cuáles son los problemas. No hay error más grande que ubicarnos en ese lugar de omnipresencia. El diálogo y la observación no deben quedar detrás de nuestras interpretaciones, sino que deben conjugarse y retroalimentarse. 

Una vez que podemos enunciar con certeza, claridad y concretez cuál es el o los problemas en el ecosistema comunicacional, entonces podemos determinar qué pretendemos lograr con nuestro plan: objetivos que definan el rumbo. En este sentido, debemos decir que cuando delimitamos qué pretendemos lograr debemos hacerlo de manera inteligente. Para ahondar en este tema, podés leer la nota sobre objetivos SMART.

Trazar metas, un camino realista

Saber qué queremos lograr nos lleva a preguntarnos cómo lo haremos. Acá solemos cometer otro error, que consiste en ponernos directamente a pensar en acciones. Pero debemos hacer el esfuerzo de concentrar nuestra energía en dirigir el proceso estratégicamente. Por eso, nos propondremos METAS, que consisten en pequeños puntos de llegada que nos permiten acercarnos a concretar el objetivo. Cada una de esas metas tendrá sus respectivos indicadores de logro, que serán justamente aquellos elementos que nos permitan ver si estamos alcanzando esas metas.

Planeando el viaje.

Imaginemos que planificamos un viaje (cuántas ganas de vacaciones, ahre). Decidimos a dónde queremos ir, reservamos alojamiento y vemos cuál será la ruta. Iremos a la costa argentina, que desde Mendoza tenemos un viaje de aproximadamente 1500km. Mi mamá siempre decía que las vacaciones comienzan cuando te subís al auto, por lo que vamos a planificar algunas paradas en el camino: cargar combustible, almorzar, tomar una mediatarde, quizás pasar una noche en Buenos Aires. Cada una de esas paradas en el viaje pueden ser las METAS de mi plan. Son instancias concretas que puedo medir, observar y evaluar si las he alcanzado, camino a mi destino final: mis objetivos. En esta relación, los indicadores para evaluar si he cumplido mis metas pueden ser preguntas concretas: ¿almorzamos? ¿llegamos a Buenos Aires a hacer noche? ¿Cumplimos en tiempo y forma ese trayecto planificado? Las respuestas a estas preguntas nos indican si hemos alcanzado las metas, si tuvimos imprevistos en el camino, cómo los resolvimos y nos permiten descubrir qué aportan al proceso de planificación. 

Habiendo establecido metas e indicadores que nos avisen si las alcanzamos, entonces será hora de establecer la estrategia que llevaremos adelante para hacerlo. Acá, si seguimos comparando con el plan del viaje, podemos pensar en decisiones estratégicas que tomamos cuando lo planificamos: quién va a manejar, qué camino es mejor/más rápido/más cómodo, en qué tramos usaremos el aire acondicionado y en qué estaciones de servicio vamos a hacer paradas técnicas. Tendremos una estrategia relacionada con el auto, otra con el alojamiento, otra con las comidas… Establecemos una relación entre las metas y las estrategias que nos permitirán llevar a cabo las acciones para lograrlas. Hay una relación lógica en este camino que entrelaza cada elemento de la planificación, permitiendo una sinergia en el proceso que nos ayuda a llegar a destino y disfrutar, no solo de la llegada sino también del viaje. 

Salirse de la caja

Aquí comienza técnicamente la etapa más detallada y precisa, hasta ahora veníamos poniendo mucha mirada estratégica. A partir de este momento se trata de creatividad, pensamiento lateral y conocimiento del ecosistema. Detallar las acciones que se desglosan de las estrategias implica decidir qué vamos a hacer, cómo, con quiénes y cuánto nos va a costar. Nos lleva necesariamente a pensar un cronograma y un presupuesto de las acciones. 

Planear es mucho más que postear.

La etapa final y podría decirse que fundamental para cerrar un proceso de planificación es la evaluación. Que sea la última etapa no quiere decir que evaluemos al final del proyecto. Volvamos a nuestro viaje de vacaciones. Cuando hacemos la primera parada técnica en el camino hacemos una primera evaluación parcial: si estamos cumpliendo con el horario, cuánto combustible hemos gastado en relación con lo que pensábamos que gastaríamos, si el clima está como habíamos previsto o si debemos sacar una campera de la valija. Esto nos lleva a afirmar que necesitamos planificar instancias parciales de evaluación, que nos implique observar los indicadores de las metas, para decidir si debemos modificar algunas acciones, adelantar o retrasar alguna propuesta o frenar y volver a pensar una estrategia. Estas instancias son fundamentales para que no arrastremos los errores a otras etapas del plan y las consecuencias sean aún peores. 

Este recorrido que se inicia con una decisión estratégica, que es hacia dónde vamos, concluye con la decisión de saber si el camino recorrido efectivamente nos lleva hacia allí. Sin dudas, tomar decisiones en el momento de planificar la comunicación digital nos facilita aquellas otras que debamos tomar durante la ejecución del plan. Por eso decimos que planificar es como planear un avión, o manejar un auto 😉 , dejándose llevar por esas corrientes espontáneas pero con la certeza de saber qué estamos haciendo, hacia dónde vamos y qué necesitamos para llegar al final. Postear no es estratégico, estratégico es planear.